Crónica del escándalo mundial: Novak Djokovic perdió la batalla legal y fue expulsado de Australia. No podrá defender el título y peligra su puesto como número uno.
Djokovic, conforme sus firmes creencias religiosas, decidió no vacunarse contra el COVID-19. Esta acción –mejor dicho, omisión- puede considerársela poco atractiva moralmente hablando, sin embargo, no deja de ser el uso de la libertad personal de cada individuo de hacer con su cuerpo lo que su libertad y conciencia le manden. Hasta acá, no hay problema, es una decisión respetable. La complicación, y lo que dio inicio a esta vorágine, fue la exención médica que Tennis Australia (de acuerdo con el estado de Victoria) le concedió al serbio a los fines de que dispute –y defienda- el Australian Open.
No vamos a pecar de necios y creernos que Tennis Australia hubiese otorgado exenciones médicas a los jugadores si no fuese porque uno de los requirentes (Djokovic) es el actual número uno del mundo y campeón defensor del torneo, amén de una de las figuras más notorias del deporte y, bajo el contexto actual donde los Grand Slams están definiendo la historia del tenis, el dinero lo sigue bien de cerca. Pero esto no es culpa del serbio, a pesar de la enorme polémica que generó dicho suceso. Es el organismo rector del tenis en Australia el que decidió que su participación era lo mejor para el torneo y Nole no dejó pasar la oportunidad.
Ahora bien, dicho trámite requería de un visado especial, así como una justificación médica de la no vacunación. Gestión que fue llevada a cabo por el equipo de Djokovic tal como fue solicitado. Sin embargo, cayendo en un error colosal, Tennis Australia habría mal informado al tenista afirmándole que la infección de COVID-19 en los últimos seis meses se aceptaba como exención médica. Esta desprolijidad tuvo como consecuencia que la visa de Djokovic fuese anulada, resolución que fue apelada por sus abogados.
Mientras tanto, Novak Djokovic permanecía “detenido” en un hotel de refugiados de escasa sanidad y cuidados en la ciudad de Melbourne. “Novak solo tiene almuerzo y cena, no tiene desayuno. Las condiciones son inhumanas, solo tiene una pared a la que mirar, ni siquiera tiene vistas al parque porque no hay ventanas”, se indignó su madre, Dijana Djokovic.
Recordemos que el serbio es celíaco y que en pocos días comenzaría el primer Grand Slam del año, por lo que una mala alimentación y la falta de entrenamiento perjudicarían su rendimiento.
El mundo se dividía en dos: los pro Djokovic, quienes veían esto como una indigna intromisión de la política en el deporte y los anti Djokovic, aquellos que consideraban este show como un escándalo protagonizado por un soberbio, egoísta y tozudo personaje. Ah, y en el medio estábamos otro grupo, los que si bien no compartimos la posición de Nole respecto de las vacunas, nos pareció que el manejo por parte del estado de Victoria (al permitir las exenciones), Tennis Australia (al mal informar a los tenistas) y el Gobierno de Australia (en burocratizar y complicar aún más la situación) fue digno de un país tercermundista.
Que quede bien claro: las vacunas nos ayudan a transitar este virus y sus nuevas cepas. Si bien la cantidad de casos en algunos países están en su apogeo, las cifras respecto de las muertes están más bajas que nunca, todo gracias a las vacunas.
Volviendo al caso, el futuro del tenista terminó decidiéndose en los estrados judiciales. Una protesta multitudinaria se llevó a cabo fuera del centro de detención a favor del serbio. La realidad estaba superando la ficción. Tras un juicio de más de 8 horas, el juez Anthony Kelly del Tribunal del Circuito Federal de Melbourne ordenó al Gobierno australiano llevar a cabo la orden de liberación, entregarle su pasaporte y sus efectos personales y pagar los costes legales de Djokovic, quien parecía que por fin se libraba de estos escollos y podría participar del Grand Slam. Pero, el polémico Alex Hawke, Ministro de Inmigración, quien se reservó la potestad personal de cancelar la visa del serbio, estaba dispuesto a seguir dificultando el camino del tenista.
Con el fallo a su favor, Nole se dirigió a las pistas de Melbourne Park para comenzar con sus entrenamientos y prepararse para la primera ronda ante su compatriota Miomir Kecmanovic 78°. Si bien existía la posibilidad de que el ministro Hawke rechace nuevamente la visa de Novak, todo parecía estar bien encaminado. Veíamos al número uno entrenando con otros jugadores y las expectativas sobre el torneo estaban en alza.
Sin embargo, para complicar aún más su situación, se descubrió que Djokovic había participado de una entrevista con el medio L’Equipe y de una sesión de fotos estando contagiado de COVID-19. El tenista se disculpó en sus redes sociales el 12 de enero y aclaró que “este fue un error de juicio y acepto que debí haber reprogramado este compromiso”. Novak afirmó que ese fue el único evento al que asistió ese día y que usó la mascarilla durante toda la entrevista, quitándosela únicamente para la sesión de fotos.
Indefendible. Uno tiene la libertad de vacunarse o no hacerlo, pero nuestra humilde opinión es que el serbio pecó de negligente y fue un punto en su contra en toda esta historia.
Lamentablemente, la política volvió a tocar la puerta del mundo del tenis. Alex Hawke, basándose en que Djokovic despertaba un sentimiento antivacuna y suponía un peligro para la salud del pueblo australiano, utilizó su poder personal para cancelar nuevamente la visa del serbio. El abogado del ministro insistió en que la presencia del tenista podría “alentar a la gente a emularlo” en la violación de las medidas contra la COVID-19.
“Hoy ejecuté mi potestad bajo la sección 133C(3) del Acta de Migración para cancelar la visa presentada por el señor Novak Djokovic fundamentado en la salud y el buen orden, basado en que hacerlo era de interés público”, comenzó el comunicado del ministro.
“El gobierno de Morrison está firmemente comprometido con proteger las fronteras de Australia, particularmente en relación con la pandemia de Covid-19”, seguía, dejando en evidencia la fuerte impronta política del caso Djokovic. Téngase presente que este 21 de mayo (o quizás antes) hay elecciones federales en Australia (elecciones de medio término o legislativas). En dichas elecciones, la coalición Liberal/Nacional de Scott Morrison –en la que Hawk participa- busca conseguir su cuarto mandato consecutivo.
La situación se tornó un tanto fastidiosa. Los abogados de Djokovic recurrieron nuevamente la decisión y por segunda vez tuvimos que esperar a que se decida –de una vez por todas- qué sería del futuro del serbio.
Hoy por la madrugada nos enteramos que Novak Djokovic fue expulsado de Australia. La decisión fue tomada de manera unánime por los jueces del Tribunal Federal. Como si fuera poco, existe la posibilidad de que el serbio no pueda ingresar al país por los próximos tres años.
A continuación, las sentidas palabras -¿discurso de derrota?- de Novak Djokovic:
“Estoy extremadamente decepcionado con el fallo del Tribunal de desestimar mi solicitud de revisión judicial de la decisión del Ministro de cancelar mi visa, lo que significa que no puedo quedarme en Australia y participar en el Abierto de Australia.
Respeto el fallo de la Corte y cooperaré con las autoridades pertinentes en relación con mi salida del país.
Me incomoda que el enfoque de las últimas semanas haya estado en mí y espero que ahora todos podamos concentrarnos en el juego y el torneo que amo.
Me gustaría desear a los jugadores, oficiales del torneo, personal, voluntarios y aficionados todo lo mejor para el torneo.
Finalmente, me gustaría agradecer a mi familia, amigos, equipo, simpatizantes, fanáticos y mis compatriotas serbios por su continuo apoyo. Todos ustedes han sido una gran fuente de fortaleza para mí”.
El Grand Slam oceánico no tendrá al número uno en el cuadro, ni al campeón defensor, ni a su máximo ganador (9). El legado de Djokovic se vio afectado, así como también su posibilidad para sumar más Majors que Rafael Nadal y Roger Federer (20). Pero lo más lamentable fue que el tenis tuvo que ver desde las gradas, cual mero espectador, como la política lo sobrepasó y lo dejó en un segundo plano.
Créditos: William West / AFP (portada).